domingo, 9 de marzo de 2014

Un traspié más, y van…


Un gol en contra y el equipo se pincha. Esa es la sensación que dejó UAI Urquiza, una vez más, tras la derrota con Almagro por 1 a 0, con gol de Emiliano Bonfigli para el Tricolor. El Furgón sigue sin poder dar vuelta un resultado y el margen de error cada vez es menor.

El comienzo del partido era de mucha transición y análisis. Casi nada sucedía. Hasta que, a los 13 minutos, Jonathan Pacheco (la figura del partido) tira un centro para la cabeza de Emiliano Bonfigli que, de palomita, anotaría el gol que sería, a la postre, el del triunfo.

Sin ideas, sin actitud y sin respuestas, Urquiza le cedió el protagonismo a Almagro y desapareció del encuentro. Pacheco hizo lo que quiso por la banda derecha y hasta tuvo la posibilidad de convertir. Cuando el Furgón se pudo acomodar, el Tricolor respondía con remates de larga distancia.

El complemento tuvo una imagen distinta, pero que no variaría en el resultado final. UAI Urquiza arriesgó más y se lanzó hacia adelante. Pudo costarle caro de entrada, de no haber sido por Matías Cano, que primero contuvo el remate de Damián Arce, y luego le sacó del ángulo un gran tiro libre a Pacheco. El lateral derecho también se animó a subir, encarar, amagar y rematar como si fuera el mejor volante o delantero de la categoría. Por suerte para el equipo de Cristian Aldirico estaba Cano.

UAI Urquiza mostró una mejoría desde lo anímico y en cuanto a la actitud. Sin embargo, nunca se le cayó una idea concreta de gol. Solamente tendría como claras un tiro libre de Cristian Fernández y un cabezazo de Sergio Valenti. Pero el peligro pasaría a más de un metro del arco.

Terminó el partido y fue todo desconcierto, desilusión y desencanto en el vestuario del Furgón. Lesiones, cambios incorrectos, jugadores que no pueden hilvanar una sola jugada buena en 90 minutos y un estado de ánimo que se derrumba ante un gol del rival. Un combo explosivo que determina que UAI Urquiza siga en zona de descenso y no le encuentre la vuelta a esta situación asfixiante y desesperante.


Emanuel Edorna

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